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miércoles, 20 de noviembre de 2019

"AUTORRETRATO" DE EDOUARD LEVÉ







































13 de octubre de 2019: Autorretrato / Edouard Levé


Reunidas Carmen, Araceli, Marta, Jorge, Lis, Fernandinho, Mónica, Ruth, Elena, Laura y Eugenio.

Carmen abre la sesión comentando que el libro, sorprendentemente, le ha gustado, sobre todo por el ritmo que imprimen los enunciados breves en que está compuesto, que a ella le provocaban pensamientos similares, rápidos y escuetos; lo que ha echado en falta es que el autor le contase algo más, pues se limita a soltar retazos de su vida de forma desordenada, sin terminar de definir lo que cuenta y difuminando los asuntos, por lo que le parece un tanto superficial; no obstante, le ha resultado agradable de leer, ha encontrado pensamientos profundos entre otras cosas más básicas y se ha sentido identificada con unos cuantos de sus enunciados. Destaca que el narrador afirme que piensa «llegar a los ochenta», siendo el caso que terminó suicidándose, y resalta la escena en que viaja en tren y confiesa sentirse más locuaz en compañía de desconocidos. Carmen señala que el estilo de esta obra es otra manera de narrar, cuyo carácter sentencioso parece distante sin serlo, y que es muy original para contar hechos autobiográficos; y aunque a Mónica le parece demasiado inconexo, Jorge corrobora su originalidad y, además, que el autor sea capaz de crear un todo a base de un conjunto de fragmentos, utilizando una especie de técnica del collage. Por último, Carmen subraya que se lee rápido, lo que Marta le resulta «un valor».

A Araceli le ha resultado un tanto convencional y aburrido; declara que ella no se lo volvería a leer, a pesar de que pueda convertirse en una fuente de frases a apuntar cuando eres joven, ya que es un libro que no deja poso. Destaca una secuencia de la infancia del narrador, cuando se encuentra con un tipo con la cara deforme, así como también la descripción de paisajes y la de los viajes que emprende el protagonista, que le parecen lo más trabajado de la novela; dice que respeta sus manías, como la que tiene con la ropa, pero que le resulta un tanto cargante. Por último recuerda el trato que hace de la homosexualidad, negando reiteradamente que él entienda; al hilo, afirma Mónica que el hecho de que diga haber participado en varias orgías sin haber abrazado nunca a un hombre, se le antoja muy sospechoso, y que donde parece querer demostrar su hombría, sólo muestra sus carencias emocionales, aunque a Jorge le parece un viciosillo y Marta menciona la tendencia swinger.

Marta defiende la integridad del autor, asegurando que, a pesar de que se le pueda tildar de loco u obsesivo, si hubiéramos leído el libro sin tener constancia de su posterior suicidio, habríamos extraído otras conclusiones; a ella le ha encantado y lo considera muy recomendable, sobre todo a chavales y chavalas, a quienes ve como el público más adecuado para sus páginas. Le parece que el estilo de frases cortas es minimalista, expresando muchas ideas y sentimientos con pocas palabras, a modo de listados muy evocadores que no dejan indiferente al lector; y duda de que el autor fuera tan maniático como se está afirmando: a su juicio, y aunque tendamos a figurárnoslo en base a su suicidio, Edouard Levé ha escrito una obra muy vitalista, lo que no debería impedir que su otra novela, Suicidio, escrita poco antes de quitarse la vida, deje otra sensación. Por otro lado, Marta destaca la noción del tiempo que se va construyendo con la lectura, y corrobora esta impresión con una imagen: «conducir por la noche bajo la luz de la luna por una carretera de montaña». Dice que el final le ha parecido estupendo y reivindica la importancia que tiene este título para Francisco.

Jorge afirma que le ha encantado el libro; que es de lectura ágil y ritmo contundente, así como breve y terapéutico. Destaca las frases lapidarias, tan abundantes que no pueden ser apuntadas, y señala que el autor está constantemente mostrando el intransitable camino de búsqueda del sentido de la vida, a lo que Carmen replica que el único sentido de la vida que ella puede concebir es la jubilación. Finalmente, Jorge propone que cada cual exponga sus frases predilectas, para demostrar que habría para todos los gustos.

Fernandinho confiesa que él jamás ha pensado en la jubilación, puesto que en su profesión es un asunto intratable, muy a pesar que de su padre le haya estado mareando con lo de un plan de jubilación, aunque, según los cálculos que maneja Lis, sería mejor colchón contratar un fondo de inversión. Respecto al libro, Fernandinho señala que le ha gustado mucho que se pueda comenzar a leer desde el final o desde cualquier página escogida al azar, y también subraya el concepto de «autorretrato literario», pues suena muy a cosa de artistas. Añade que él tuvo en su día dos amigos que acabaron suicidándose, ante lo que Laura indica que en muchas ocasiones los casos de suicidio ocultan enfermedades mentales no tratadas, y Araceli comenta que a ella el suicidio le parece un tema de pura supervivencia; Carmen dice entonces que hay soluciones que conllevan un problema, y Mónica sentencia que los asuntos de salud mental deberían tratarse como los de cualquier particularidad física, pues lo que en principio es una tendencia del individuo se agrava por culpa del estigma social. Fernandinho recuerda que hay trances mentales que se inducen a través de ceremonias estimulantes o de forma natural, y que a las peculiaridades psíquicas no se les aplica tratamientos adecuados, sino que suelen afrontarse mediante la ingesta de calmantes; Mónica indica que para esas peculiaridades se ha perdido todo valor comunitario y para el sujeto supone una carga de la que debe aligerarse, pues esa faceta de su personalidad es cuestionada e incluso tachada de trastorno. Carmen comenta entonces que, antiguamente, en una sociedad cuyo nombre no recuerda, existía la cura de la hiena: «se cavaba un hoyo, se llenaba de hienas y se echa allí a todos los enfermos mentales; de esa manera, quienes sobreviviesen serían aquellos que lo merecía»; al hilo, Mónica evoca ciertas culturas que consideraron a las personas con facultades mentales alteradas como favoritas o elegidas por los dioses. Finalmente, Fernandinho se pregunta cómo ligaría el autor, a lo que Jorge responde que probablemente tuviera un gran éxito entre las alemanas jubiladas.

A Lis le ha gustado el libro porque a su juicio es honesto, y destaca las sentencias lapidarias que lo colman, aunque al respecto comenta que estas frases breves provocan también cierta saturación de información; señala, por ejemplo, aquélla en la cual el narrador enuncia que le gusta olfatear los libros que lee, afirmación con la que ella se siente identificada. Sobre el personaje dice que es una clara muestra de sujeto obsesivo-compulsivo, T.O.C., pero quizás «demasiado toc»; asegura que no tiene claro si le hubiera gustado o no conocerle, aunque en el fondo le hubiese gustado cruzarse con él para preguntarle el porqué de tantas manías; al hilo de esta reflexión, Fernandinho recuerda que el personaje está bastante loco, a lo que Lis replica que está algo atormentadillo, pero que quizá fuera excesivamente inteligente, ante lo que Marta advierte que instinto suicida y locura no son estados que necesariamente se desarrollen a la par; entonces se abre un debate intenso sobre los niveles de obsesividad que son capaces de desarrollar los miembros de esta nuestra tertulia.

Lis prosigue su intervención señalando que no considera la composición del libro como algo espontáneo, sino que está razonado y tiene estructura, ante lo que Fernandinho afirma que el autor, como fotógrafo que fue, hace un retrato de sí. Por otro lado, Lis indica que está de acuerdo con la opinión de Marta, quien recomendaría este libro a los jóvenes y adolescentes porque da qué pensar y puedes extraer una lectura muy vitalista; en este sentido, Araceli señala que hay muchas frases que son de sentido común, Lis subraya que son intensas y Carmen considera que muchas son tan comunes que «no se te ocurre escribirlo», aunque a su juicio es más fácil comunicar así por lo breve, a lo que Jorge y Elena replican que no están de acuerdo porque les ha parecido un libro con una capacidad de concreción sublime, que es capaz de contar mucho con muy pocos recursos.

A Mónica le ha parecido un libro «muy de terapia» y poco literario, opinión que Jorge no comparte. Mónica dice que a ella la simplicidad le molesta, y que sólo ha leído unas cuarenta y ocho páginas; Carmen comenta que eso es la mitad del libro y Jorge se queja de que Mónica, en su otro club de lectura, siempre termina los libros. Mónica prosigue señalando que se ha sentido identificada con la frase «nado media hora al día y soy distinto», y corrobora que en general parece un extracto de apuntes de psiquiatría, a lo que Carmen menciona el ejercicio que te manda un terapeuta y Elena dice que el propio narrador menciona que ha ido a psicoanalistas y cuenta que su madre terminó llamándole ‘mierda’ «cuando empecé a ser problemático»… Mónica concluye que el libro no le ha gustado, que es facilón y sencillote, y que por ello quizá sea como dice Marta ideal para adolescentes; dice que le ha recordado la lectura de Mala gente que camina, de Benjamín Prado, por el mal desarrollo de la trama.

Ruth comenta que al principio no le gustó mucho porque lo leía demasiado deprisa, pero en una segunda lectura le ha gustado bastante, sobre todo la segunda parte; se pregunta cómo se le puede ocurrir a un autor escribir de esa manera, y considera que es una composición espontánea, a lo que Carmen recuerda la escritura automática y Jorge señala que ve necesaria una construcción posterior. Ruth dice que sabiendo que el autor iba a suicidarse se ha fijado en determinados detalles de la obra, y ha comprobado que hay mucha presencia de la muerte, aunque añade que ha tenido la sensación de no entender determinadas frases por el mero hecho de ser mujer, como el irse de putas; Lis recuerda que el narrador confiesa que no le gusta que le toquen y Elena evoca el juego que cuenta de violar a su prima. En definitiva, Ruth considera que el trato hacia las mujeres podía ser una particularidad, pero después percibió que el narrador «trata a todo igual», donde Carmen detecta que tendemos al sentimentalismo y Ruth reconoce que hay que leer a este autor con cierta distancia.

A Elena le ha encantado; le ha parecido bastante intimista y con una buena concreción del contenido. Dice que a pesar de ser «un tarado» le ha resultado un tipo interesante, con una descripción de sí profunda entre nimiedades, aunque da la sensación de exceso de improvisación; al hilo comenta Laura que taradas estamos todas y que lo malo es que en nuestra sociedad no está bien visto ir al psicólogo y que, es más, todos deberíamos hacerlo periódicamente, a lo que Mónica añade que esa necesidad de ayuda psicológica, antiguamente la solventaban yendo a la iglesia a confesar, que con el simple hecho de verbalizar nuestras culpas ya se realiza un acto terapéutico, amén de que después se repetían las oraciones como si de un mantra se tratase; Lis señala que en Alemania ir al psicólogo es una liturgia normalizada y Carmen indica que el sentimiento de culpa tan cristiano continúa ejerciendo su magisterio en nuestras vidas. Por otro lado, Elena destaca la imaginación que muestra el autor y añade que le ha parecido que éste tiene un exceso de ego, y lo califica de «cuadriculado pero interesante», un tipo fuera de lo común poseedor de una imaginación desbordante, lo que corrobora citando una frase: «nunca he asistido a un entierro nudista». Opina que el autor no es un deprimido, sino que ha tenido una vida bastante plena, haciendo deportes y atesorando una amplia cultura, y que al suicidio de un amigo que menciona lo trata como una manifestación de belleza y un culmen tras el que sólo queda la inquietud de qué habrá más allá. Finalmente, Elena apunta (y esto lo comparte Jorge) que le daba un poco de miedo afrontar la lectura de este libro, porque al haberlo escogido Francisco pensó que sería más espeso.

Laura dice que venía desinformada y sin mucho interés en el libro, pero que después de escucharnos le apetece leérselo y «es posible» que llegue a hacerlo.

Eugenio opina que el libro es algo «ya escrito» porque el narrador es un reflejo del autor; considera que la literatura debe centrarse en lo que está fuera del autor, porque de lo contrario pasa a ser una literatura con fecha de caducidad y fácilmente sustituible. A él le ha recordado la obra Me acuerdo de George Pérec, y reitera que en su opinión la literatura debe ser un reflejo de la época, pero trascendiendo al autor; insiste en que lo mejor para escribir es plasmar lo que tú eres pero sin que se note que estás en el relato; por ello, considera que este libro es más bien un ensayo, y que el autor, como fotógrafo, ha hecho un ejercicio de condensación de imágenes.

Por último, añadimos el comentario escrito de Soledad, quien no pudo estar presente aquel domingo…

Lo primero que diré es que me ha gustado, sin volverme loca, pero si
me ha gustado. Creo que no es nada artificial, supongo que porqué es,
en cierto modo, autobiográfico. Es como una lista de deseos, de buenos
propósitos, de cosas preferidas, de cosas odiadas... esas listas que
hace un montón de gente, y que yo nunca he hecho, pero sin orden ni
narración. Es melancólico, ameno y distante en su lista de
pensamientos. Salta de un tema a otro sin ningún sentido establecido,
hay frases profundas y otras ligeras, y yo creo que eso lo hace más
fácil de leer, porque no sabes lo que te espera. Parece fácil de
escribir, pero hasta lo más sencillo hay que hacerlo, escribirlo,
pintarlo, cantarlo, bailarlo... y ser el primero, o uno de los
primeros en hacerlo. En todas las tertulias se subrayan o destacan
frases o párrafos de la lectura para afianzar nuestras tesis, y en
este libro me parece más fácil destacar algunas frases, por eso de ser
cortas y concisas. Y cómo es un recurso cómodo y rápido, voy a
recordar alguna que me ha gustado.

- "Me encanta el sonido sincero que hacen las bolsas de papel, pero no
aquel otro crepitante, de las bolsas de poliuretano"
- "Me gustan las personas raras"
- "Soy irregularmente inteligente"
- "No sé cómo interrumpir a un interlocutor que me aburre"
- "Me gusta la lluvia de verano"
- "Me pregunto qué haría si me torturaran"
- "He conocido temperaturas que van de los 25º bajo cero hasta los 45º"
- "Me pone contento estar contento, me pone triste estar triste, pero
también me puede poner contento estar triste y triste estar contento"
- "Demasiado ruido en un restaurante puede arruinarme una comida"
- "En la playa, las chicas me despiertan menos deseos que en una biblioteca"
- "Me pregunto si admiro la fe, o a la gente que tiene fe"
- "Temo empeorar las cosas queriendo mejorarlas"
- "No tengo intenciones de vengarme"
- "Cuando muera no quiero que se celebre ninguna ceremonia religiosa"
- "La idea de dar un largo paseo a pie por la montaña en un día de sol
me pone contento"
- "Nunca he estafado a nadie"
- "Me siento más atractivo después de la playa que antes"
Y la frase final ; "El día más hermoso de mi vida quizá ya pasó"

Y elegimos fecha para el próximo encuentro, 15 de diciembre, en que comentaremos San Manuel Bueno mártir, de Miguel de Unamuno, elegido por Jorge.