13 de octubre de 2019: Autorretrato / Edouard Levé
Reunidas Carmen, Araceli,
Marta, Jorge, Lis, Fernandinho, Mónica, Ruth, Elena, Laura y Eugenio.
Carmen abre
la sesión comentando que el libro, sorprendentemente, le ha gustado, sobre todo
por el ritmo que imprimen los enunciados breves en que está compuesto, que a
ella le provocaban pensamientos similares, rápidos y escuetos; lo que ha echado
en falta es que el autor le contase algo más, pues se limita a soltar retazos
de su vida de forma desordenada, sin terminar de definir lo que cuenta y
difuminando los asuntos, por lo que le parece un tanto superficial; no
obstante, le ha resultado agradable de leer, ha encontrado pensamientos profundos
entre otras cosas más básicas y se ha sentido identificada con unos cuantos de
sus enunciados. Destaca que el narrador afirme que piensa «llegar a los
ochenta», siendo el caso que terminó suicidándose, y resalta la escena en que
viaja en tren y confiesa sentirse más locuaz en compañía de desconocidos. Carmen señala que el estilo de esta
obra es otra manera de narrar, cuyo carácter sentencioso parece distante sin
serlo, y que es muy original para contar hechos autobiográficos; y aunque a Mónica le parece demasiado inconexo, Jorge corrobora su originalidad y,
además, que el autor sea capaz de crear un todo a base de un conjunto de
fragmentos, utilizando una especie de técnica del collage. Por último, Carmen subraya que se lee rápido, lo
que Marta le resulta «un valor».
A Araceli le ha resultado un tanto convencional y aburrido; declara
que ella no se lo volvería a leer, a pesar de que pueda convertirse en una
fuente de frases a apuntar cuando eres joven, ya que es un libro que no deja
poso. Destaca una secuencia de la infancia del narrador, cuando se encuentra
con un tipo con la cara deforme, así como también la descripción de paisajes y
la de los viajes que emprende el protagonista, que le parecen lo más trabajado
de la novela; dice que respeta sus manías, como la que tiene con la ropa, pero
que le resulta un tanto cargante. Por último recuerda el trato que hace de la
homosexualidad, negando reiteradamente que él entienda; al hilo, afirma Mónica
que el hecho de que diga haber participado en varias orgías sin haber abrazado
nunca a un hombre, se le antoja muy sospechoso, y que donde parece querer
demostrar su hombría, sólo muestra sus carencias emocionales, aunque a Jorge le parece un viciosillo y Marta menciona la tendencia swinger.
Marta
defiende la integridad del autor, asegurando que, a pesar de que se le pueda
tildar de loco u obsesivo, si hubiéramos leído el libro sin tener constancia de
su posterior suicidio, habríamos extraído otras conclusiones; a ella le ha
encantado y lo considera muy recomendable, sobre todo a chavales y chavalas, a
quienes ve como el público más adecuado para sus páginas. Le parece que el
estilo de frases cortas es minimalista, expresando muchas ideas y sentimientos
con pocas palabras, a modo de listados muy evocadores que no dejan indiferente
al lector; y duda de que el autor fuera tan maniático como se está afirmando: a
su juicio, y aunque tendamos a figurárnoslo en base a su suicidio, Edouard
Levé ha escrito una obra muy vitalista, lo que no debería impedir que su
otra novela, Suicidio, escrita poco antes de quitarse la vida, deje otra
sensación. Por otro lado, Marta
destaca la noción del tiempo que se va construyendo con la lectura, y corrobora
esta impresión con una imagen: «conducir por la noche bajo la luz de la luna
por una carretera de montaña». Dice que el final le ha parecido estupendo y
reivindica la importancia que tiene este título para Francisco.
Jorge afirma
que le ha encantado el libro; que es de lectura ágil y ritmo contundente, así
como breve y terapéutico. Destaca las frases lapidarias, tan abundantes que no
pueden ser apuntadas, y señala que el autor está constantemente mostrando el
intransitable camino de búsqueda del sentido de la vida, a lo que Carmen replica que el único sentido de
la vida que ella puede concebir es la jubilación. Finalmente, Jorge propone que cada cual exponga sus
frases predilectas, para demostrar que habría para todos los gustos.
Fernandinho
confiesa que él jamás ha pensado en la jubilación, puesto que en su profesión
es un asunto intratable, muy a pesar que de su padre le haya estado mareando
con lo de un plan de jubilación, aunque, según los cálculos que maneja Lis, sería mejor colchón contratar un
fondo de inversión. Respecto al libro, Fernandinho
señala que le ha gustado mucho que se pueda comenzar a leer desde el final o
desde cualquier página escogida al azar, y también subraya el concepto de
«autorretrato literario», pues suena muy a cosa de artistas. Añade que él tuvo
en su día dos amigos que acabaron suicidándose, ante lo que Laura indica que en muchas ocasiones
los casos de suicidio ocultan enfermedades mentales no tratadas, y Araceli comenta que a ella el suicidio
le parece un tema de pura supervivencia; Carmen
dice entonces que hay soluciones que conllevan un problema, y Mónica sentencia que los asuntos de
salud mental deberían tratarse como los de cualquier particularidad física,
pues lo que en principio es una tendencia del individuo se agrava por culpa del
estigma social. Fernandinho recuerda
que hay trances mentales que se inducen a través de ceremonias estimulantes o
de forma natural, y que a las peculiaridades psíquicas no se les aplica
tratamientos adecuados, sino que suelen afrontarse mediante la ingesta de
calmantes; Mónica indica que para
esas peculiaridades se ha perdido todo valor comunitario y para el sujeto
supone una carga de la que debe aligerarse, pues esa faceta de su personalidad
es cuestionada e incluso tachada de trastorno. Carmen comenta entonces que, antiguamente, en una sociedad cuyo
nombre no recuerda, existía la cura de la hiena: «se cavaba un hoyo, se llenaba
de hienas y se echa allí a todos los enfermos mentales; de esa manera, quienes
sobreviviesen serían aquellos que lo merecía»; al hilo, Mónica evoca ciertas culturas que consideraron a las personas con
facultades mentales alteradas como favoritas o elegidas por los dioses.
Finalmente, Fernandinho se pregunta
cómo ligaría el autor, a lo que Jorge
responde que probablemente tuviera un gran éxito entre las alemanas jubiladas.
A Lis le ha gustado el libro porque a su juicio es honesto, y destaca
las sentencias lapidarias que lo colman, aunque al respecto comenta que estas
frases breves provocan también cierta saturación de información; señala, por
ejemplo, aquélla en la cual el narrador enuncia que le gusta olfatear los
libros que lee, afirmación con la que ella se siente identificada. Sobre el
personaje dice que es una clara muestra de sujeto obsesivo-compulsivo, T.O.C.,
pero quizás «demasiado toc»; asegura
que no tiene claro si le hubiera gustado o no conocerle, aunque en el fondo le
hubiese gustado cruzarse con él para preguntarle el porqué de tantas manías; al
hilo de esta reflexión, Fernandinho
recuerda que el personaje está bastante loco, a lo que Lis replica que está algo atormentadillo, pero que quizá fuera
excesivamente inteligente, ante lo que Marta
advierte que instinto suicida y locura no son estados que necesariamente se
desarrollen a la par; entonces se abre un debate intenso sobre los niveles de
obsesividad que son capaces de desarrollar los miembros de esta nuestra
tertulia.
Lis prosigue
su intervención señalando que no considera la composición del libro como algo
espontáneo, sino que está razonado y tiene estructura, ante lo que Fernandinho afirma que el autor, como
fotógrafo que fue, hace un retrato de sí. Por otro lado, Lis indica que está de acuerdo con la opinión de Marta, quien recomendaría este libro a
los jóvenes y adolescentes porque da qué pensar y puedes extraer una lectura
muy vitalista; en este sentido, Araceli
señala que hay muchas frases que son de sentido común, Lis subraya que son intensas y Carmen
considera que muchas son tan comunes que «no se te ocurre escribirlo», aunque a
su juicio es más fácil comunicar así por lo breve, a lo que Jorge y Elena replican que no están de acuerdo porque les ha parecido un
libro con una capacidad de concreción sublime, que es capaz de contar mucho con
muy pocos recursos.
A Mónica le ha parecido un libro «muy de terapia» y poco literario,
opinión que Jorge no comparte. Mónica dice que a ella la simplicidad
le molesta, y que sólo ha leído unas cuarenta y ocho páginas; Carmen comenta que eso es la mitad del
libro y Jorge se queja de que Mónica, en su otro club de lectura,
siempre termina los libros. Mónica
prosigue señalando que se ha sentido identificada con la frase «nado media hora
al día y soy distinto», y corrobora que en general parece un extracto de
apuntes de psiquiatría, a lo que Carmen
menciona el ejercicio que te manda un terapeuta y Elena dice que el propio narrador menciona que ha ido a
psicoanalistas y cuenta que su madre terminó llamándole ‘mierda’ «cuando empecé
a ser problemático»… Mónica concluye
que el libro no le ha gustado, que es facilón y sencillote, y que por ello
quizá sea como dice Marta ideal para
adolescentes; dice que le ha recordado la lectura de Mala gente que camina, de Benjamín Prado, por el mal
desarrollo de la trama.
Ruth comenta
que al principio no le gustó mucho porque lo leía demasiado deprisa, pero en
una segunda lectura le ha gustado bastante, sobre todo la segunda parte; se
pregunta cómo se le puede ocurrir a un autor escribir de esa manera, y
considera que es una composición espontánea, a lo que Carmen recuerda la escritura automática y Jorge señala que ve necesaria una construcción posterior. Ruth dice que sabiendo que el autor iba
a suicidarse se ha fijado en determinados detalles de la obra, y ha comprobado
que hay mucha presencia de la muerte, aunque añade que ha tenido la sensación
de no entender determinadas frases por el mero hecho de ser mujer, como el irse
de putas; Lis recuerda que el
narrador confiesa que no le gusta que le toquen y Elena evoca el juego que cuenta de violar a su prima. En
definitiva, Ruth considera que el
trato hacia las mujeres podía ser una particularidad, pero después percibió que
el narrador «trata a todo igual», donde Carmen
detecta que tendemos al sentimentalismo y Ruth
reconoce que hay que leer a este autor con cierta distancia.
A Elena le ha encantado; le ha parecido bastante intimista y con una
buena concreción del contenido. Dice que a pesar de ser «un tarado» le ha
resultado un tipo interesante, con una descripción de sí profunda entre
nimiedades, aunque da la sensación de exceso de improvisación; al hilo comenta Laura que taradas estamos todas y que
lo malo es que en nuestra sociedad no está bien visto ir al psicólogo y que, es
más, todos deberíamos hacerlo periódicamente, a lo que Mónica añade que esa necesidad de ayuda psicológica, antiguamente
la solventaban yendo a la iglesia a confesar, que con el simple hecho de
verbalizar nuestras culpas ya se realiza un acto terapéutico, amén de que
después se repetían las oraciones como si de un mantra se tratase; Lis señala que en Alemania ir al
psicólogo es una liturgia normalizada y Carmen
indica que el sentimiento de culpa tan cristiano continúa ejerciendo su
magisterio en nuestras vidas. Por otro lado, Elena destaca la imaginación que muestra el autor y añade que le ha
parecido que éste tiene un exceso de ego, y lo califica de «cuadriculado pero
interesante», un tipo fuera de lo común poseedor de una imaginación
desbordante, lo que corrobora citando una frase: «nunca he asistido a un
entierro nudista». Opina que el autor no es un deprimido, sino que ha tenido
una vida bastante plena, haciendo deportes y atesorando una amplia cultura, y
que al suicidio de un amigo que menciona lo trata como una manifestación de
belleza y un culmen tras el que sólo queda la inquietud de qué habrá más allá.
Finalmente, Elena apunta (y esto lo
comparte Jorge) que le daba un poco
de miedo afrontar la lectura de este libro, porque al haberlo escogido Francisco pensó que sería más espeso.
Laura dice
que venía desinformada y sin mucho interés en el libro, pero que después de
escucharnos le apetece leérselo y «es posible» que llegue a hacerlo.
Eugenio
opina que el libro es algo «ya escrito» porque el narrador es un reflejo del
autor; considera que la literatura debe centrarse en lo que está fuera del
autor, porque de lo contrario pasa a ser una literatura con fecha de caducidad
y fácilmente sustituible. A él le ha recordado la obra Me acuerdo de George Pérec, y reitera que en su opinión la
literatura debe ser un reflejo de la época, pero trascendiendo al autor;
insiste en que lo mejor para escribir es plasmar lo que tú eres pero sin que se
note que estás en el relato; por ello, considera que este libro es más bien un
ensayo, y que el autor, como fotógrafo, ha hecho un ejercicio de condensación
de imágenes.
Por último, añadimos el comentario escrito de Soledad, quien no pudo estar presente
aquel domingo…
Lo primero que diré
es que me ha gustado, sin volverme loca, pero si
me ha gustado. Creo que no es nada artificial, supongo que porqué es,
en cierto modo, autobiográfico. Es como una lista de deseos, de buenos
propósitos, de cosas preferidas, de cosas odiadas... esas listas que
hace un montón de gente, y que yo nunca he hecho, pero sin orden ni
narración. Es melancólico, ameno y distante en su lista de
pensamientos. Salta de un tema a otro sin ningún sentido establecido,
hay frases profundas y otras ligeras, y yo creo que eso lo hace más
fácil de leer, porque no sabes lo que te espera. Parece fácil de
escribir, pero hasta lo más sencillo hay que hacerlo, escribirlo,
pintarlo, cantarlo, bailarlo... y ser el primero, o uno de los
primeros en hacerlo. En todas las tertulias se subrayan o destacan
frases o párrafos de la lectura para afianzar nuestras tesis, y en
este libro me parece más fácil destacar algunas frases, por eso de ser
cortas y concisas. Y cómo es un recurso cómodo y rápido, voy a
recordar alguna que me ha gustado.
- "Me encanta el sonido sincero que hacen las bolsas de papel, pero no
aquel otro crepitante, de las bolsas de poliuretano"
- "Me gustan las personas raras"
- "Soy irregularmente inteligente"
- "No sé cómo interrumpir a un interlocutor que me aburre"
- "Me gusta la lluvia de verano"
- "Me pregunto qué haría si me torturaran"
- "He conocido temperaturas que van de los 25º bajo cero hasta los 45º"
- "Me pone contento estar contento, me pone triste estar triste, pero
también me puede poner contento estar triste y triste estar contento"
- "Demasiado ruido en un restaurante puede arruinarme una comida"
- "En la playa, las chicas me despiertan menos deseos que en una biblioteca"
- "Me pregunto si admiro la fe, o a la gente que tiene fe"
- "Temo empeorar las cosas queriendo mejorarlas"
- "No tengo intenciones de vengarme"
- "Cuando muera no quiero que se celebre ninguna ceremonia religiosa"
- "La idea de dar un largo paseo a pie por la montaña en un día de sol
me pone contento"
- "Nunca he estafado a nadie"
- "Me siento más atractivo después de la playa que antes"
Y la frase final ; "El día más hermoso de mi vida quizá ya pasó"
me ha gustado. Creo que no es nada artificial, supongo que porqué es,
en cierto modo, autobiográfico. Es como una lista de deseos, de buenos
propósitos, de cosas preferidas, de cosas odiadas... esas listas que
hace un montón de gente, y que yo nunca he hecho, pero sin orden ni
narración. Es melancólico, ameno y distante en su lista de
pensamientos. Salta de un tema a otro sin ningún sentido establecido,
hay frases profundas y otras ligeras, y yo creo que eso lo hace más
fácil de leer, porque no sabes lo que te espera. Parece fácil de
escribir, pero hasta lo más sencillo hay que hacerlo, escribirlo,
pintarlo, cantarlo, bailarlo... y ser el primero, o uno de los
primeros en hacerlo. En todas las tertulias se subrayan o destacan
frases o párrafos de la lectura para afianzar nuestras tesis, y en
este libro me parece más fácil destacar algunas frases, por eso de ser
cortas y concisas. Y cómo es un recurso cómodo y rápido, voy a
recordar alguna que me ha gustado.
- "Me encanta el sonido sincero que hacen las bolsas de papel, pero no
aquel otro crepitante, de las bolsas de poliuretano"
- "Me gustan las personas raras"
- "Soy irregularmente inteligente"
- "No sé cómo interrumpir a un interlocutor que me aburre"
- "Me gusta la lluvia de verano"
- "Me pregunto qué haría si me torturaran"
- "He conocido temperaturas que van de los 25º bajo cero hasta los 45º"
- "Me pone contento estar contento, me pone triste estar triste, pero
también me puede poner contento estar triste y triste estar contento"
- "Demasiado ruido en un restaurante puede arruinarme una comida"
- "En la playa, las chicas me despiertan menos deseos que en una biblioteca"
- "Me pregunto si admiro la fe, o a la gente que tiene fe"
- "Temo empeorar las cosas queriendo mejorarlas"
- "No tengo intenciones de vengarme"
- "Cuando muera no quiero que se celebre ninguna ceremonia religiosa"
- "La idea de dar un largo paseo a pie por la montaña en un día de sol
me pone contento"
- "Nunca he estafado a nadie"
- "Me siento más atractivo después de la playa que antes"
Y la frase final ; "El día más hermoso de mi vida quizá ya pasó"
Y elegimos fecha para el próximo encuentro, 15 de
diciembre, en que comentaremos San
Manuel Bueno mártir, de Miguel de Unamuno, elegido por Jorge.