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jueves, 27 de septiembre de 2018

"LOS TRES MOSQUETEROS" DE ALEJANDRO DUMAS





5 de agosto de 2018: Los tres mosqueteros / Alexandre Dumas

Reunidas: Soledad, Marta, Carmen, Mónica, Ruth, Lis, Fernandinho y Eugenio.



Antes de comenzar la sesión, hacemos un homenaje a Constanza imprimiendo vida a los abanicos, herramienta muy adecuada para un día caluroso como éste; de la misma manera, queda solventado el incidente acontecido a Marta en Portugal con el ejemplar de Lis que ésta le había prestado, daño reparado con su reposición por otro ejemplar de distinta edición.

A continuación, Soledad abre la sesión respondiendo a la interrogación no capciosa de Mónica que le pregunta el motivo por el cual ha elegido este libro; entonces Soledad argumenta que hasta ahora no lo había leído pese a lo mucho que le han gustado otros del autor, y hace mención especial al que llama su favorito y no es otro que El conde de Montecristo. Seguidamente, Soledad comenta que Los tres mosqueteros es una suerte de libro para el verano y, en el caso de nuestra Tragulia, una obra refrescante menos profunda que las precedentes, donde abundan viajes a caballo y peleas de espadachines; Lis replica entonces que el estilo es un tanto bobalicón, a lo que Soledad replica que Dumas era joven cuando lo escribió y Ruth recuerda que está compuesto con el objeto de ser vendido por entregas, punto sobre el que Carmen comenta que el autor vendía en su época más que Follett ahora. Soledad reclama entonces la literatura de entretenimiento como género de pleno derecho, siempre y cuando esté bien escrita, como es el caso, a lo que añade Carmen que la lectura de esta novela se ve incentivada por el suspense de la trama. Entonces hacemos un paréntesis para servirnos un café bombón.

Soledad reanuda la sesión insistiendo en que a ella le ha gustado el libro, y que está de acuerdo en que hay que aprender y reflexionar con la lectura, pero también es lícito entretenerse; reconoce, por otro lado, que los personajes son bastante tontos, ante lo que Fer dice que él leyó este libro siendo muy joven, en Brasil, y que la literatura, al igual que la música, no debe restringirse a edades y lo que ha de distinguirse es si es buena o mala, matiz que Soledad corrobora al afirmar que Los tres mosqueteros es una lectura para cualquier edad. Fer pregunta a continuación en qué año fue escrita esta novela y Carmen responde que alrededor de 1840, ante lo que Lis comenta que en esa época no había una clasificación de la literatura por edades y Ruth señala que las ediciones juveniles corresponden a una decisión de las editoras, y que Los tres mosqueteros ha sido publicada por Cátedra en «Bibliotheca AVREA». Soledad comenta que los libros de aventuras son de lectura más sencilla para el lector inexperto y por ello se ha formado durante el siglo XX un canon para jóvenes basado en ellos, y en este sentido distingue el que tratamos de El conde de Montecristo, a lo que Lis apunta que son de trama muy diferente y Mónica evoca que el nombre dado a los puros «Montecristo» proviene de que durante las lecturas que se hacían en las fábricas de habanos para entretener el trabajo, la novela de Dumas era una de las más populares. Entonces Soledad prosigue la defensa de su elección confesando que durante la lectura de otra novela que ha leído recientemente, cuyo protagonista es un crítico contratado para hacer la reseña de un libro mientras disfruta de un crucero, se ha saltado varias páginas, y eso es algo que con Dumas no ha hecho, a lo que Carmen comparte algo dicho por Ruth con anterioridad a nuestra sesión, y es que Los tres mosqueteros sería una especie de “Juego de tronos del siglo XIX”.

Por otro lado, Soledad destaca la versión cinematográfica más actual, con la interpretación por Rebecca de Mornay del personaje de Milady, que a ella le encanta por su maldad autocomplaciente frente a la ingenuidad del resto; Lis señala entonces que esta mala de la literatura relata en la novela su propia historia, y Carmen recuerda que se crió en un convento, Ruth considera que se inventa la historia y Soledad opina que su ambición de dinero y poder, y la facilidad para apoderarse de ellos sin remordimiento, es su signo de identidad; por otro lado, Mónica habla de la típica mala seductora y Carmen menciona la estereotipada figura de la femme fatale, surgida por entonces, al tiempo que, acerca del componente histórico, nos informa de las críticas vertidas sobre el autor por “maquillar la historia”, así como la respuesta que éste dio, asegurando que eso era cierto, pero que así le daba cierto “encanto” al pasado; tras ello abrimos un intenso debate acerca de los tontos que desde tiempos inmemoriales han sido instalados en el poder, y evocamos el episodio del collar, subrayando Carmen que fue un acontecimiento real, obra y gracia del duque de Buckingham.

Finalmente, Carmen lanza una nueva pregunta no capciosa a Soledad en torno a su mosquetero favorito, a lo que la aludida responde que Athos, quien, según Mónica, es el más corpulento. Entonces comenta Carmen que las mujeres de esta novela lo solucionan todo y gastan sin límite, acuñando la filosofía de “vivir el momento”, y Soledad indica que los hombres acudían a ellas tratando de llenar su morral para marchar a la guerra, circunstancia que según Carmen ejemplifica Pontos, que se ha casado con una viuda rica, y muestra la perspectiva machista de la historia narrada, donde los personajes femeninos, señala Ruth, son esposas o amantes, hecho que a juicio de Mónica viene motivado porque en esta clase de literatura no hay espacio para matices y todo es blanco o negro.

Marta confiesa que no ha terminado de leerlo, que va por la primera parte del tomo uno de la edición  de Alianza, pero le está pareciendo entretenido, una novela aventuras, aunque ha notado ya cierta falta de continuidad en la trama, a su parecer debido a que fue compuesta con el objeto de ser publicada por entregas. Lis menciona entonces la última obra de Dumas, donde mejor se ve su indefinición política, narrando sobre la época napoleónica y tratando los acontecimientos como si la Historia fuera consecuencia de un juego de niños; Soledad corrobora entonces que el autor no se mojaba políticamente con el fin de vender más, cosa que actualmente hacen muchos escritores, y Lis recuerda que en la introducción que el mismo autor escribió a su novela, reconoce los errores de composición, a lo que Carmen menciona que disponía de negros trabajando para su obra y Ruth indica que alguno de ellos llegaron a alcanzar nombre propio; sobre este asunto tan polémico, Lis recuerda hoy en día a César Vidal y Soledad la serie «Alatriste», donde dice que hay notables fallos históricos; por último Carmen señala que es notoria la admiración de Arturo Pérez Reverte por Los tres mosqueteros, reflejada en su novela El club Dumas. Entonces abrimos debate en torno a la naturaleza del arte producido en cadena con fines lucrativos, y Marta nos habla de la especie de franquicia en que va camino de ser convertido el grupo musical Kiss; reflexionamos sobre el asunto hasta irrumpir la tarta de chocolate cocinada por Ruth.

Carmen dice que había leído el libro hace muchísimo tiempo y que en aquel momento le gustó bastante más que esta vez, aunque siempre ha preferido la serie de El conde de Montecristo; manifiesta que al principio se le hizo cuesta arriba la lectura, hasta que logró penetrar en la trama, y ha decidido que no es para su edad. Define los personajes como atractivos y maniqueos, estereotipados, a cuya descripción el narrador dedica cierto esfuerzo, y considera que no sobra habérselo leído, pues Dumas es un genio en la composición de folletines, marcando un estilo que hoy puede admirarse en obras como Juego de tronos, sin valores pero que engancha a los lectores, con mujeres maliciosas, liantas, que usan a los hombres aunque ellos las usan también. A propósito, Lis indica que el libro podría titularse Los usados, y Carmen subraya que sus valores máximos son la valentía y la lealtad a la reina, a lo que Soledad añade la lealtad entre los compañeros de uniforme y Fer recuerda el archiconocido “Uno para todos y todos para uno”.

Mónica señala que a los diez o doce años, ella leyó mucho a Dumas y quedó saturada, y que ahora al leerlo le ha resultado muy predecible, a lo que Carmen replica que también hay sucesos impredecibles, como la muerte de Constance. Mónica se muestra perpleja por la comparación que en el primer capítulo hace el autor entre su novela y el Quijote, y también le parecen irrisorios los retos iniciales D’Artagnan, escenas llenas de tíos pletóricos de testosterona, lo que Carmen contrasta con el rumbo que sigue posteriormente la narración y Soledad compara con los ambientes legionarios, donde sólo hay cabida para la pelea y la violencia. Por último, Mónica lee un párrafo donde el narrador “se mete con todos”, ante lo que Eugenio advierte que con unos más que otros, puesto que incluye a los hugonotes en la enumeración de ladrones, mendigos, lobos y lacayos.

Ruth agradece a Dumas que gracias a esta novela haya descubierto los audiolibros, que a través de una aplicación para móviles hacen que los viajes en coche puedan ser algo entretenido, a lo que añade Carmen la buena pronunciación de los nombres propios en el idioma original. Ruth dice que le ha resultado ameno, aunque las cien primeras páginas son algo difíciles; lo define como un folletín, con mucho enredo y un final inesperado que probablemente no aparezca en la versión de dibujos animados de los Mosqueperros. Soledad comenta entonces que tampoco en esta versión infantil saldrá tanto puterío, y Carmen recuerda que Milady seduce a D’Artagnan y él le cuenta los planes que luego ella desbaratará, lo que Soledad achaca a la ingenuidad de la juventud y Marta a que el protagonista de la novela estaba apollardao. Respecto al punto de vista de género, Ruth corrobora que ningún personaje femenino se salva, y que los hechos dan a entender que mujer inteligente es igual a mala mujer, a lo que añade Lis que por definición debe colegirse que la mujer buena es la tonta. Fer, por su parte, recuerda que el visionado en cine sólo refleja las peleas de espada, la acción.

Lis señala que la novela cumple su función como producto de entretenimiento, y menciona otros dos títulos menos conocidos de Dumas: el que inauguraría una trilogía que proyectó y dejó incompleta, susceptible de ser comparada con Los tres mosqueteros, y cuyo argumento histórico gira en torno a las conspiraciones contra Napoleón (y cuya protagonista es guapa y muy mala), y otro titulado La guerra de las mujeres, donde las dos protagonistas son mosqueteras que también rivalizan en el amor, y hay menos acción y más romance.

Fernandinho califica a Dumas de neutro en posición política para vender más, y reivindica determinada conciencia en el artista, a lo que Carmen replica que vender también es un talento, y pone como ejemplo a Lope y Cervantes, y lo importante que es saber contactar con el público. Al hilo, Fer recuerda el uso posterior que se hizo a las teorías físicas de Einstein derivando en la fabricación de la bomba atómica y Soledad recuerda la malísima versión de La casa de los espíritus llevada al cine, donde se modificó una generación de la saga con el fin de lucir a los actores principales.


La próxima Tragulia será el 28 de octubre, y hablaremos sobre Middlesex
de Jeffrey Eugenides.

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