21 de octubre de 2018: Middlesex / Jeffrey Eugenides
Reunidas: Soledad, Carmen, Lis, Ruth, Marta, Jorge, Mónica, Fernandinho y Eugenio
Antes de empezar la sesión, Mónica busca desesperadamente un cuaderno, y cuando le dicen que no se preocupe, que va a ser Jorge el encargado de tomar el acta, ella confiesa que lo que busca es el cuaderno con sus anotaciones de lectura sobre la novela…
Eugenio dice que eligió este libro porque “lo tenía en casa”; además, él pensaba que iba de un transexual pero pronto se dio cuenta de que, en realidad, el protagonista es intersexual. Le gustó el argumento, pero la novela se le hizo “pesada”. Mónica hace un inciso para decir que le encanta cómo le queda a Eugenio el sombrero; a continuación, el aludido puede continuar su comentario, y lo hace hablando de la transformación de la primera persona de la narradora al masculino, señalando que, después de transformarse en “narrador”, habla de nuevo en femenino cuando se queda cuidando de la abuela durante el funeral de su padre (a Ruth le ha parecido poco creíble esta escena del funeral del padre). Eugenio apunta que la escena que a él le decepcionó fue la de los mendigos, pues opina que el autor desperdició una buena oportunidad para ahondar en las nociones de sexualidad, permitiendo, por ejemplo, que alguno de los mendigos conociera la leyenda de Hermafrodito y la contara. Entonces se inicia un pequeño debate sobre la huida de Calíope cuando se entera de que no es una mujer normal, durante el cual Eugenio señala que, en cierta manera, y sin tener en cuenta su corta edad, la responsabilidad no deja de ser de ella misma, por haber falseado el sentirse mujer ante el sexólogo; al hilo, Soledad afirma que en el fondo Calíope se considera un hombre y Carmen recuerda que se va de compras con la madre.
Fer apunta que el padre estaba obsesionado porque iba a decepcionar a su mujer si le daba otro hijo; y lo que más le ha sorprendido es que el hermano de Calíope se llame Capítulo Once. Por otro lado, también le ha llamado la atención la palabra «croco».
A Ruth le ha gustado mucho el libro y recomienda encarecidamente a Jorge su lectura, no solo por el argumento principal, sino también por cómo va intercalando el autor toda la historia de la familia, apoyada en datos históricos realmente interesantes. Le ha gustado mucho la parte en que narra la vivencia de Calíope en el Instituto, así como le ha sorprendido especialmente la escena en la Biblioteca Pública, cuando ella, buscando la definición del término hermafrodita en el más clásico diccionario enciclopédico inglés, lee entre sus acepciones la palabra “monstruo”; a Eugenio le parece un tanto “redundante” la insistencia del término monstruo en el párrafo referido, y dice que le recuerda el efectismo de Stephen King cuando éste quiere remarcar la obsesión de un personaje por algo. Al respecto, Carmen señala que el uso de terminología especializada le ha parecido abusivo y cargante. Finalmente, Ruth destaca la descripción de las relaciones sexuales iniciáticas de la protagonista, y cómo se hace ver que está experimentando, a lo que Eugenio comenta que él resaltaría la experiencia imaginaria que tiene con el Oscuro Objeto, mientras cada una está con otro.
A Marta también le ha gustado la novela; piensa que trasmite muy bien las inseguridades de la adolescencia y todas las sensaciones asociadas (cuestiones familiares, emocionales, sociales…). Al hilo, Carmen evoca el episodio del doctor Philobosian y a Eugenio le parece exagerada la historia de esta familia, ante lo que recuerda Lis que matan a la familia porque los soldados no
sabían leer; en general, a Mónica le parece que la historia decae cuando termina la crónica de los abuelos. Entonces Marta pregunta cómo reaccionaríamos si ligamos con alguien y descubrimos que “no es lo que parecía”; Soledad apunta que a ella le sorprendería “cuando menos”, Lis dice que a ella le entraría la risa floja pero que, después, igual terminan follando; Mónica dice que tiene que ser curioso ligar con alguien y llevarte ese tipo de sorpresa, a lo que Soledad insiste en que a ella le daría un bajón de primeras y que luego ya se vería. Marta recalca que la sexualidad es un asunto cultural y Mónica apunta que en la relación de Cal con el Objeto no es lésbica, y recuerda que la narración retrospectiva comienza con la atracción mutua que sienten los abuelos entre sí, siendo hermanos; Marta señala que también el tema del incesto es un tabú cultural y Lis menciona que se conoce a una familia “endogámica” en El Escorial. Por su parte, a Fer lo que le sorprende que es haya pornografía titulada “Mi primera vez con papá”, y al hilo Mónica se refiere a la actual accesibilidad por medio de Internet a un porno agresivo y machista, calificándolo de asqueroso, y para respaldar su opinión señala que los medios rechazan el desnudo, pero son muy permisivos con la violencia. Soledad comenta que esto, a su juicio, es consecuencia de la cultura estadounidense dominante, mientras Mónica lamenta que adolescentes que aún no saben lo que es besar, ya consuman porno; por su parte, Fer flipa con lo que denomina «maquinofilia».
Mónica indica que la primera parte del libro le ha parecido genial, con la historia del viaje en barco a través del Atlántico y la boda en cubierta; también le ha gustado la historia anterior a la migración de los Stephanides, cuando ella trabaja la seda y se siente celosa de las salidas que hace él para venderla, pues sabe que le sirven de escape hacia las prostitutas y el jazz. Mónica repite lo dicho sobre el componente cultural del incesto, a lo que Ruth señala que en la Grecia rural de la novela se consideraba algo habitual en la comarca, aunque exista ese componente punitivo que obsesiona a Desdémona; Mónica también rescata de entre estas tradiciones la revista erótica que ha heredado Lefty, y repite las palabras del principio: “nací mujer y soy hombre”; a continuación comenta que le hubiera gustado saber más sobre el autor, y si hay algo de su propia biografía en el libro, en lo que narra sobre los orígenes griegos de la protagonista; entonces menciona la matanza de la familia del médico, la muerte del hijo atravesado por una carabina y los soldados que no saben leer, incapacitados para interpretar la cédula de protección que poseían los Philobosian. Mónica cree que la narración decae después, y más aún hacia el final, cuando la protagonista llega a la edad adulta; no obstante, le ha parecido muy bueno el pasaje en que Calíope decide salir del armario y se corta el pelo, pues le recordó a la historia del maqui Florencio Pla, conocido como «la Pastora», por lo que se pregunta si Eugenides sabría algo sobre esta historia de la Posguerra española, a lo que Lis matiza que la Pastora lloraba mientras se rapaba el pelo y Mónica recalca que, en la historia de la Pastora, ella se convierte en hombre cuando decide echarse al monte; Lis vuelve a comparar la novela con el libro leído sobre la Pastora y dice que éste transmite con mayor intensidad la metamorfosis. También menciona Mónica el episodio de las revueltas en Detroit, y el hecho de que Lefty terminara con éxito su empresa de pagar a varias aseguradoras por el local donde tenía el negocio; al hilo de esto, Ruth recuerda que el título de la novela proviene del nombre de la casa que compra la familia tras recibir la indemnización y Soledad apunta que realmente esta casa es una de las protagonistas del libro. Por último, Mónica vuelve a recalcar que la novela comienza excelente pero va decayendo, con lo que Lis y Ruth se muestran de acuerdo y coinciden en que cuando el barco les deja en Estados Unidos lo asombroso comienza a extinguirse, y que incluso a medida que avanza el final resulta precipitado, como si el autor tuviera prisa por terminarla, por lo que cabe la sospecha de que los editores le estuvieran presionando… Ruth subraya que le gustó la escena del bautizo de Calíope, cuando se mea
encima del padre Mike, y Marta reitera que la parte de los vagabundos le ha parecido exagerada; finalmente, Lis dice que, durante los capítulos en que está enamorada del Objeto, la narración parece filmada con un “súper 8”, y a partir de la huida de Cal, empieza el “cine de palomitas”. Mónica concluye: “Pero… bien”.
Lis dice que va a ser breve, y muestra su sorpresa porque, en contra de sus expectativas, el tema del cambio de sexo pasa a ser secundario; considera que la protagonista absoluta es la abuela, Desdémona, y le ha encantado, sobre todo, el párrafo en que el autor elabora la metáfora de los gusanos de seda. Lis cree que la historia está muy bien hilada, aunque se le ha roto la armonía por la velocidad a la que transcurre el Libro IV; le ha gustado mucho cómo se refleja la importancia del pasado, de los orígenes en nuestra forma de ser y de comportarnos, ante lo que Carmen se muestra escéptica y vuelve a comunicarnos que la novela le ha defraudado un poco, que no mantiene un pulso narrativo estable. Eugenio dice entonces que en un momento dado creyó haberse despistado perdiéndose la muerte de Desdémona, percepción de la que parece consciente Eugenides cuando en el último tramo vuelve a introducir al personaje acompañado de un comentario explícito al respecto; Lis disculpa esa ausencia dando crédito al narrador, que afirma que Desdémona, encerrada en su cuarto del pabellón exento, desaparece de su vida de adolescente desorientada, y Soledad apunta que hay temas sobre los cuales el protagonista pasa de puntillas porque, en realidad, no es un narrador omnipresente; Ruth recalca que, en esos momentos, Cal está obsesionada con el Objeto.
Carmen pensaba que el libro tenía todos los ingredientes para que le encantase pero, sin embargo, la segunda mitad le ha defraudado; cree que le falta intensidad narrativa, que pierde aplomo y se le va de las manos. Dice que, de vez en cuando, hay párrafos muy interesantes y muy bien escritos, de la misma manera que en ocasiones se muestra excesivamente intelectual, como cuando suelta sus apuntes sobre las causas químicas del hermafroditismo; señala que, afortunadamente, el final va rápido y termina sin más. Jorge apunta que la temática de esta novela es similar a la de El amante lesbiano, pero que después de escucharnos deduce que, “dónde va a parar, mucho mejor Sampedro”; por su parte, Ruth defiende las descripciones técnicas y datos médicos y fisiológicos que aporta el autor. Finalmente, Carmen afirma que le ha parecido rocambolesca la aventura de Calíope cuando se fuga, sobre todo el burdel donde se exhibe en el espectáculo morbo-erótico, y confirma que, a pesar de que en su opinión el autor escribe muy bien, el libro le ha defraudado.
Soledad opina que, en el episodio de la persecución final en coche, al autor se le ha ido un poco la pinza, a lo que Lis comenta que a ella lo que más le ha defraudado han sido los apuntes sobre la “Alemania permisiva” que el narrador adulto intercala al comienzo de la mayoría de los epígrafes; entonces Mónica insiste en que la primera parte está muy bien narrada. A Soledad, sin embargo, la novela le ha gustado de principio a fin; lo que más le ha sorprendido es que los migrantes que llegaron a Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial, puedan llegar a convertirse en ciudadanos tan reaccionarios como Lefty; al hilo, se abre un debate sobre el asunto, donde se lamentan los desafíos y el miedo al que deben enfrentarse los desplazados. Soledad dice que a ella le trasmitió una honda empatía la escena en que la protagonista lee el informe médico y busca las palabras que no entiende en la biblioteca, pero no porque use una Biblioteca Pública, sino porque hay mucha expresividad en la forma en que está escrita esta parte. Por último, Soledad quiere añadir algo pero se le “fue el hilo”.
Para la próxima tragulia, Carmen elige el Oblomov de Ivan Goncharov, porque el cuerpo le pide literatura rusa del diecinueve. Nos citamos para el año que viene: 13 de enero, en lugar por decidir.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario