14 de abril de 2019: Los pecados gloriosos / Lisa McInerney
Reunidas Francisco, Julio, Mónica, Marta, Jorge, Carmen, Lis, Fernandino, Ruth, Elena y Eugenio.
Elena abre la sesión comentando que ha elegido este libro porque lo leyó hace dos años y le gustó; indica que no conoce Cork, la ciudad irlandesa donde se desarrollan los hechos narrados, pero considera que está bien descrita en sus páginas, como escenario donde la población trabajadora elige entre la fábrica o el paro. Destaca las conversaciones entre Ryan y su novia, donde el uso de un lenguaje coloquial muestra la clase social y el nivel cultural de los personajes, aunque en este punto matiza Carmen que hay un tanto de tópico en la vulgaridad de los diálogos y Mónica señala que la conversación del padre del propio Ryan con la madre de éste, cuando la narración se remonta al momento en que ella está embarazada del chico, es un anacronismo, pues utiliza expresiones actuales; al hilo, Mónica añade que el discurso general del texto tiene varias fallas que podrían ser consecuencia de ciertas dificultades técnicas de la autora, a lo que Elena recuerda que ésta es nobel y Ruth comenta que la traducción al castellano deja bastante que desear, subrayando Lis que la traducción es pésima. Por último, Elena destaca la crítica a la religión católica vertida en las páginas de esta novela, ya que todos los personajes la tienen asumida; al respecto recuerda que Maureen comete su crimen con una estatuilla que representa a la Virgen, y Jorge resalta la hipocresía de la sociedad irlandesa cuya religiosidad contrasta marcadamente con su tolerancia al alcoholismo, situación que ha ido empeorando con el tiempo, pese al buen proyecto de ayudas sociales del gobierno, al no acompañarse esta protección laboral con una buena educación, incentivando así el absentismo; Marta corrobora que muchos irlandeses se inician en el consumo de alcohol desde que hacen la primera comunión.
Ruth dice que la novela no le ha gustado nada, pero que ello no ha sido impedimento para que se haya esforzado en repostar nuestras almas con un inigualable tiramisú, que para el gusto literario de Francisco está cojonudo. Señala (Ruth) que le costó mucho esfuerzo entrar en la historia, así como asimilar el uso de expresiones poco habituales en sus lecturas, para las cuales no está acostumbrada; al hilo, Mónica recuerda que la traducción no es la más adecuada, Jorge asegura que el libro es de lectura fácil y Elena indica que al principio hay un poco de caos argumental que después se disipa cuando la narración entra en materia. Entonces Mónica se lanza sobre los capítulos donde no se aclara desde el principio de quién se trata, y sostiene que eso permite al lector ciertas reflexiones, aunque no le ha gustado nada que la narración vuelva hacia atrás para aclarar qué pasó entre Tara y el chaval, y se pregunta para qué una explicación de aquellos hechos cuando es evidente que ella no había tenido ningún problema en abusar de él mientras estaba borracho, y que él, como buen adolescente, era todo polla, ante lo que Jorge no está de acuerdo pues considera muy necesaria la aclaración y se muestre que el chico ha sido violado; por su parte Lis señala que esto es necesario para que no quede duda de que la culpa es de la mujer. Ruth comenta entonces que el libro se lee bien y destaca la escena del ingreso de Ryan en un hospital después de intentar suicidarse.
Lis informa que está interesada en la tradición migratoria de los irlandeses, aunque de ello poco se habla en la novela; sin embargo, acerca de ésta destaca que la situación de las familias en el mundo descrito deja poco margen para el desarrollo personal de su descendencia: prostituta, yonqui o matón, a una combinación de sendas. Por otro lado, señala que no le parece lícita la asociación de ideas entre religioso e hipócrita, a lo que Mónica recuerda que a Maureen el hijo le sale rana por el rencor.
Carmen confiesa que al principio le costó bastante entrar en materia, pero luego le gustó, aunque a su juicio, ante semejante ambiente, son pocos los personajes que mueren. Destaca el humor negro de la voz narradora y el tono lírico de algunos pasajes; no obstante, los personajes se le antojaron algo ingenuos. Respecto al argumento, Carmen dice que le ha parecido interesante la manera en que se va contando el homicidio cometido por Maureen, hecho central de la novela; en su opinión, ésta es una buena base para un guion de serie televisiva.
Jorge destaca que la autora crea empatía entre el lector y los personajes, aunque ello suponga que el camello caiga bien y se culpabilice a los yonkis; a su juicio la historia empieza a partir de la venta del piano, que deja a Ryan desvalido. Por otro lado, Jorge destaca el fuego purificador que usa Maureen para limpiar las impurezas, a lo que Elena recuerda las discusiones entre ella y su hijo, así como la confesión al cura en la que vierte toda clase de improperios antisistémicos. Mónica lee un fragmento vinculado al personaje y Jorge comenta que como ópera prima de la autora, la novela le ha parecido sorprendente, y que el estilo le ha recordado a Lucía Etxebarría.
Mónica destaca de la novela la relación sórdida que los personajes mantienen con el sexo, así como la carta que Maureen escribe al periódico tras su atentado contra el templo y las charlas que ésta mantiene con el fantasma de su víctima. A su juicio, la mujer es representada bajo el papel de bruja, dotada del encanto de la transgresión que la autora hace simpático, pues no en vano Maureen sería el alter ego de la escritora en torno al cual giran el resto de personajes. Finaliza su intervención señalando que le ha resultado especialmente significativo que el joven protagonista dé más importancia a la infidelidad cometida por su novia mientras él se encuentra recluido en la cárcel, que a la soledad padecida por ella cuando ha tenido que ir a abortar; en este sentido, la novela magnifica la infidelidad por encima de circunstancias más graves.
Marta comenta que los irlandeses se jactan de ser los más feos del mundo, y que hacen competiciones de orejas desabrochadas, por lo que no es extraño que su cultura sea sórdida como refleja la novela, en la cual destaca la descripción de los bajos fondos urbanos; comenta que la única alternativa que encuentran los jóvenes frente a la explotación de las fábricas es su conversión en nukers, tribu similar a la de los «poligoneros» en España, siendo imposible la subsistencia sin el apoyo de la asistencia social, que no obstante es un sistema que se tambalea. Por último, Marta recuerda, con referencia a lo mencionado por Mónica respecto al sexo, que Irlanda es un país católico con una cultura muy represiva en el asunto.
Julio está de acuerdo con todo lo dicho, aunque reconoce su asombro por el hecho de que Irlanda sea un paraíso fiscal. Respecto a la novela, le resulta extraño que una chica que sigue estudiando se encuentre a gusto como novia de un delincuente, a lo que Carmen comenta que en esa edad no sabes quién eres pero tener pareja te tranquiliza, mientras Mónica recuerda que son novios desde instituto, lo que a ella le resulta aún más raro.
Por su parte Francisco mantiene que el tiramisú no tiene precio y Eugenio ha salido a fumar a la terraza, por lo que se cierra la sesión con la lectura de un breve comentario de Soledad, quien nos informa en diferido de que la novela le ha gustado, que se ha sentido identificada con Maureen y que odia a Tara y nunca viviría en Cork.
Para la próxima sesión, Fer elige Capitanes de la arena, del brasileiro Jorge Amado.
Será el 14 de julio, pero no se hablará francés.
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