No dije que iba a redactar ningún acta, pero siguiendo el ejemplo de Soledad, voy a intentar realizar una crónica del último encuentro que tuvimos este pasado domingo 2 de octubre; lo hago de memoria, así que si veis algún error ponerlo en mensajes que está completamente abierto y no hay que registrarse.
Llevábamos ya meses retrasando la sesión del libro de Madame Bovary, ya que en julio no nos reunimos y en agosto lo hicimos para hablar del libro de Uje. Ya teníamos la cita para el 2 de octubre y Francisco nos propuso hacer una sesión distinta en Madrid, ver una película sorpresa que había elegido él para la ocasión y nos citó a las 12:00 horas en el DR. STEAM CAFÉ (c/ Olivar 17) en madrileño barrio de Lavapiés.
Las chicas de El Escorial llegaron antes y Ruth en su defensa alegó que no estaba enfadada, es que no le dijeron que le hacían una foto...
Nos tomamos unas cervezas y Emilio, creo que así se llamaba el dueño, nos atendió muy bien en todo momento. La película resultó ser La última noche de Boris Grushenko de Woody Allen, y hubo distinta opiniones: a algunxs nos encantó y a otrxs no tanto.
Tenía otra sorpresa Francisco y nos hizo unos regalos a Uje (delantal precioso con el texto de la Oda a la calabaza de Amanece que no es poco y cazo de madera para esconderse como en La vida de Brian- según Uje estas dos películas junto a La última noche de Boris Grushenko, son LA TRILOGÍA-) y a mí el texto enmarcado del irónico Decálogo del buen bibliotecario de Umberto Eco y una copia de la cédula de excomunión de la bilioteca de Salamanca dirigida a "cualesquiera persona...que enagen algún libro, pergamino, o papel" (adjunto fotos de la entrega de los regalos y del famoso “HAI EXCOMUNIÓN…”) Nos obsequió con estos preciosos regalos por el fin de semana que vino a Matamala en agosto...más majo (como dicen en Segovia)
Estuvimos un rato hablando en el DR. STEAM CAFÉ de Madame Bovary, a casi todxs pareció una pesada que sólo vivía en su mundo de fantasía, y que era víctima del estatus de las mujeres de su tiempo.
Soledad recalcó que en el juicio que le hicieron a Flaubert por la inmoralidad de la obra, él salió en defensa de la obra diciendo “Yo soy madame Bovary”. Creo que fue ella también la que comentó la cantidad de años que había tardado el autor en terminar la obra por la complejidad de la protagonista.
Tenía que haber apuntado más datos, sólo recuerdo que a Carmen le gustó la obra y a Uje también (me dijo que tenía varias ideas sobre la obra y o no las transmitió en la sesión o se me han olvidado...) También entono el mea culpa, porque últimamente dedicamos muy poco tiempo a hablar del libro que estamos leyendo…y esto no puede ser…
Francisco además había elegido un bar chulísimo en Huertas llamado La Cueva en la Calle Santa María 33, y allí comimos unos tomates exquisitos, un jamón también muy bueno, setas, bonito, creo recordar…y terminamos el día en una terraza tomando un café, gin tonic o lo que se terció.
Se decidió que la próxima lectura sería La espuma de los días de Boris Vian y nos reuniremos el próximo domingo 11 de diciembre en casa de Laura en Fuenlabrada.
Yo escribiría un comentario, pero no me gusta Blogger ni Google ni na de na.
ResponderEliminarBueno, Flaubert sí me gusta. Sobre todo cuando abren la caja y el pie del cojitranco está todo engangrenado: me ha parecido la escena más representativa de la novela. Porque Madame Bovary no es para leerla como ella la leería, para identificarse con el personaje y decir "Ay hija mía, pero qué moñas eres...". De eso nada, ya lo deja claro el autor cuando hace que la esposa del médico y el joven pasante de notarías se sientan espiritualmente unidos por leer y leer empedernidamente esos malos novelones de la época...
Y qué queréis que os diga: yo creo que Flaubert describió aquí unos cuantos estereotipos del mundo burgués que hoy en día se repiten hasta la saciedad (y el hastío). ¿Será que la novela burguesa sigue vigente? ¿Acaso no salta a la vista en los escaparates de novedades? El boticario intelectualmente supersticioso, el cura glotonamente tolerante, los amantes fastuosamente cobardes... Hasta el ayudante de farmacia que nutre sus carencias romanticonas. Flaubert no escribió un tragedia: escribió una comedia que debe leerse con ánimo festivo, con despreocupación y sorna.
A mí me ha dado la risa, y con la escena del pie me partía.
Aunque seguro que también ha sido vuestra compañía... Aunque no me acuerde de los detalles.
Os adoro
Primer comentario. Tkero muxo muxo, wapísimo mío ;-*
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