29
de febrero de 2020: Noches
de cocaína / J.
G. Ballard
Reunidas
Araceli, Laura, Jorge, Marta, Ruth, Julio, Elena, Mónica y Eugenio.
Abre
la sesión Eugenio repartiendo un regalo de Francisco para
las chicas: unas ecobolsas de múltiples usos: llevar el pan, la
fruta, las legumbres... Se plantea si también servirán para meter
las bragas delicadas en la lavadora, aunque Elena desea creer
que son elegantes tocados para bodas griegas y Jorge nos
demuestra de facto que son ideales medias para un buen atraco.
A
continuación, Julio
comienza a hablar del
libro por él elegido y dice que ha sido un «fiasco
total»; no le
ha gustado, aunque sea de lectura llevadera, porque no dice nada
interesante ni es creíble. Recuerda que la trama está situada en un
complejo turístico de
la costa sur española, y que una de las formas de animar a los
clientes es el uso de la violencia, a lo que Elena
comenta que mucho más
civilizadas son las pastillas y la televisión; concluye Julio
su repaso del argumento
mencionando que el protagonista ha acudido al lugar para ayudar a su
hermano, que se ha auto-inculpado de un incendio donde han muerto
varias personas, pero al final pasa del hermano y se propone liarse
con una médica. Señala al punto Jorge
que el autor de esta
novela, Ballard,
es un guionista afamado, pero esta obra contradice esa fama, aunque
Elena considera
que el libro ha sido
escrito por un «negro
barato».
Elena
llama la atención sobre
el concepto de la felicidad que maneja la novela, y critica sobre
todo ese revulsivo contra el aburrimiento que expone, basado en una
combinación de drogas y violencia, una estructura delictiva
escondida tras el atractivo de una parafernalia cultural; en general
no le parece nada creíble la trama, a la que Jorge
califica de inconexa.
Elena recuerda
a grandes rasgos el argumento que sitúa la acción en una
urbanización playera, Estrella de Mar, que al parecer existe
realmente; Julio menciona
Costasol, que también existe, y Araceli
señala que estos lugares
están destinados a jubilados aburridos que esperan que llegue el
animador para distraerse. Al hilo Elena
se pregunta por qué
matan al animador del centro, y Ruth
indica que pudo ser la
médica o el psiquiatra; Elena
concluye subrayando que
la novela ni siquiera resuelve su propia trama.
Mónica
considera que la trama
está fundada sobre el ejemplo de la literatura de Agatha
Christie, pero sin lograr
ni por asomo un producto de calidad. Califica el enfoque de machista
y para apoyar su tesis lee un párrafo, al que tacha de «ridículo»;
entonces Jorge le
advierte que si ve así ese párrafo, no tendrá palabras para el
pasaje de la violación en el porsche, que Mónica
afirma no haber leído.
Insiste en que el protagonista es un personaje insustancial, que va
de salvador de su hermano, misión que recuerda Elena
que no cumple, pues
termina pasando de él. Araceli
destaca entonces la
noción de una policía española tercermundista que desvela el
texto.
Eugenio
dice tener la impresión de que se trata de una novela de ciencia
ficción cutre, un libro de librería de aeropuerto, sensacionalista;
señala que en un principio consideró la posibilidad de que haya en
sus páginas una crítica a las consecuencias que la insatisfacción
provocada por una mala gestión del ocio crea sobre las personas,
pero considera que en este caso la obra estaría muy mal enfocada.
Sobre lo que se ha dicho del autor como responsable de guiones y
novelas llevadas al cine con éxito, recuerda que hay grandes
películas basadas en pésimas novelas. Finalmente ironiza suponiendo
que quizás esta novela no se haya
entendido bien en nuestro club de lectura porque se trata de
“literatura para hombres”.
Araceli
manifiesta que se ha
leído el libro entero y que ha indagado acerca del autor, hacia el
cual ha descubierto cierta devoción entre círculos de revistas de
informática, que lo considerarían un autor
de culto. Dice que le ha
gustado la descripción de la casa incendiada, y poco más; Mónica
también declara que esta
descripción fue un atisbo de esperanza, frustrado, y Jorge
indica que en ese momento
es donde Ballard
introduce el feeling
policíaco, y en el
intento se queda. Araceli
señala que la novela
debe de haber sido compuesta por encargo, y sin duda el resultado es
malo, para lo que se remite por último a la poco creíble
transformación que el protagonista sufriría al contacto con el
viciado mundo del complejo turístico, al que califica de
inverosímil.
Laura
comunica que tenía
intención de leerse el libro, pero que un fallo tecnológico no lo
hizo posible, por lo que tuvo que cambiar de lectura; al hilo de las
opiniones expresadas hasta ahora, considera que ha tenido mucha
suerte.
Jorge
comenta que el libro es
inconexo, un barullo que excusa distintas escenas de violencia, como
la violación, el incendio o la muerte del animador; dice que se lo
ha terminado de leer con la esperanza de llegar a entenderlo, pero
completar la lectura le ha creado mayor confusión. Respecto al modo
de elección del libro a través de la recomendación de terceros,
señala que va a presentar una moción para cambiar los estatutos del
grupo y evitar que esto vuelva a suceder. Y volviendo a este caso
concreto, trata de encontrar algo positivo y señala que quizás se
le podría extraer una moraleja: «tened
cuidado con la desidia, que os la lía».
Al hilo, Elena
insiste en que el criterio para crear alicientes que saquen a los
clientes del aburrimiento es a todas luces desmesurado, aunque Julio
considera posible que
jubilados extranjeros con poder adquisitivo necesiten de emociones
fuertes, pues no le cabe duda de que en altas esferas de nuestra
sociedad se cuecen extrañas aficiones.
Marta
confiesa que ha sido el
peor libro que se ha leído en su vida, pero tras varios intentos lo
ha terminado; dice que no comprende cómo es posible que algo así
sea editado.
Ruth
señala que ha leído la
novela en su totalidad, aunque no le encontraba ni pies ni cabeza, y
además el pdf que estaba usando se terminó de improviso: pero logró
acceder a otro documento, para descubrir con sorpresa que apenas
quedaba libro que leer. Destaca entre las escenas la persecución por
Marbella, que surge sin que se llegue a saber el motivo, y cuando al
protagonista le ataca un ala delta, más de lo mismo. Señala que no
se salva ningún personaje, a lo que Elena
recuerda a las esposas
aburridas en el cinefórum porno. Por último, Ruth
cuenta que entre los
implicados hay dos arrepentidos que confiesan y anuncian el incendio
de la casa del psiquiatra, logrando evitar más desgracias.
Para
la próxima Tragulia, Laura
nos propone un libro que ha leído: La
dependienta, de la
escritora japonesa Sayaka
Murata. Será el próximo
29
de abril, de nuevo
domingo.
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