Segunda
Sesión de La Tragulia
sobre la
lectura de Cerca del corazón salvaje / Clarice Lispector
San Lorenzo de El Escorial, 3
de agosto de 2014
Reunidxs:
Lis, Mónica, Eugenio, Soledad, Jorge, Marta, Carmen y Ruth.
1.-
Estatutos
En primer
lugar, votamos un artículo único para los Estatutos, con el siguiente contenido
(provisional): "Cada miembro de la tertulia acudirá a las sesiones
provistx de vaso, plato y cubiertos, adecuados al caso. Si la sesión se
celebrase en la casa de Jorge, que no
tiene muebles, también se debe llevar silla."
En la sesión
de hoy solventamos la ausencia de vasos y cubiertos pidiéndoselos a Lis mediante washapp: en lo referente a
platos, Ruth comparte los que trae
(puesto que ella vino con varios, además de con su propio vaso).
Jorge sugiere que se incluya un segundo
artículo en los Estatutos, para evitar que se pueda sugerir la lectura de un
libro por parte de alguien que previamente no lo haya leído; pero se rechaza la
propuesta, quedando los Estatutos como se indica arriba.
2.- Nombre
colectivo
El segundo punto
del día es la elección de nombre para el grupo. Se proponen cuatro: Sopa de
letras, Tertugula, Gulatertu (que es el anterior, pero al revés) y La Tragulia.
Este último hace furor y lo elegimos por unanimidad (o, al menos, si alguien se
quiso oponer no lo hizo a tiempo). Pensamos en proponer a Concha que se encargue del logo, pero aún no lo sabe.
3.- Actas de
la reunión sobre la lectura de Cerca del
corazón salvaje, de Clarice Lispector
Jorge abre la sesión asegurando que ha
hecho todo lo posible por leerse el libro, habiéndole dedicado más esfuerzo que
a ningún otro en su vida; pero ha sido en vano. Comenta que no hay manera de
leerlo sin quedarse compungido y perplejo, y que sin querer ha tenido que
dejarlo porque no sabía por dónde cogerlo. Carmen
se pregunta si el lenguaje empleado por la autora es un obstáculo para la
lectura, y Jorge dice que el
obstáculo es que el libro es infumable.
Marta señala que ella sí se lo ha leído, y
que le ha gustado; que está muy bien escrito, con un ritmo muy agradable, aunque
resalta la falta de empatía con la protagonista, a quien considera un personaje
complicado, con una visión muy introspectiva que da la impresión de que le
sobra el mundo entero y sólo se siente cómoda cuando está sin gente alrededor.
Acerca del argumento, destaca las relaciones que tiene la protagonista con su
padre; al respecto, Jorge recuerda
las quejas que sonaron en la reunión anterior en torno a Leonora de Poniatowska, obra a la que se acusaba de desenvolverse
en ocasiones bajo una sucesión de datos demasiado frenética, y señala que por
lo menos en la novela de la autora mexicana, existía un hilo conductor de la
narración, cosa que en la de Lispector se echa en falta. Soledad comenta que durante la lectura
de Cerca del corazón salvaje hay que
estar volviendo hacia atrás a menudo, y se pregunta por qué decimos que está
mejor escrito que otros libros en los cuales no es necesario retroceder para
captar el contenido del relato; Carmen
recuerda que Lispector es escritora, y Poniatowska periodista.
Carmen indica que es fundamental el ritmo
que la autora imprime a la narración, la musicalidad de la prosa que lo asemeja
a una obra poética, con gran originalidad de las imágenes que describe y
transmite; señala que la lectura no es apasionada, pues resulta difícil
identificarse con la protagonista, dado el carácter adolescente de ésta, y que,
de haber sido así, podría tratarse de un libro “de culto”. No obstante, insiste
en que el personaje no nos dice nada, nos queda muy distante y no podemos
sentirnos como ella, aunque la autora sí se identifica con la protagonista y la
siente, se nota que no hay fingimiento; pero añade que esto no nos impide
apreciar el uso del lenguaje que hace Lispector, mostrando un gran dominio,
inusual para la temprana edad en que escribió esta novela y rodeada del
ambiente literario regionalista y masculino de aquel Brasil de los años
cuarenta. Respecto a identificarse con personajes de la novela, Soledad comenta que es posible hacerlo
sin entender al personaje, a lo que Carmen
insiste en que la Lispector de esta novela nos coge lejana porque se
nota que es alguien muy joven que está haciendo autoanálisis mientras escribe;
al hilo, Marta comenta que en ese
aspecto le recuerda a la protagonista de Nada,
a lo que Ruth replica que ella no
encuentra esa relación entre el personaje de Carmen Laforet y el de la
autora brasileña.
Ruth dice que no ha entendido nada, aunque
se lo ha leído entero (Soledad señala
que se encuentra en la misma situación); indica que el libro es una especie de diario
íntimo donde la autora ha ido dejando sus impresiones y sentimientos, pero como
novela no lo encuentra aceptable, y en comparación le gustó más el de Poniatowska.
Lis recuerda entonces que la vida de
la protagonista parece muy marcada por la relación con su padre, y que sus
impresiones muestran un mundo interior rico y conflictivo, a lo que Carmen señala que esa inestabilidad
emocional ya parece existir cuando él está vivo, a lo que Marta añade que la protagonista se nos dibuja muy atormentada desde
el principio.
Lis ha leído también algunos artículos de revista donde
la autora describe en tono irónico las funciones que debe ejercer la mujer
casada con un diplomático, y también cita otra novela de Lispector, La hora de la estrella, donde el protagonista
es un hombre que muestra su visión sobre las mujeres; indica que es un libro más
maduro y asentado que el que comentamos, a lo que Eugenio comenta que él sólo había leído pequeños relatos hasta
ahora, y después de la lectura de esta novela, pensó que el cuento era lo que
mejor domina la autora. Lis añade
que su hábito de lectura pasa por los momentos que preceden al sueño, pero que
con la novela de Lispector no ha podido ser, porque se dormía antes de
tiempo; señala que exige mucha concentración, pues el texto representa las
reflexiones de búsqueda de sí misma que realiza la protagonista y es muy filosófico.
A propósito, evoca la mención a Spinoza, y resalta que la perspectiva
adolescente de Lispector se evidencia en esa especie de indagación
existencial sobre dios y el resto de preguntas trascendentales propias de esta
etapa de la vida, a lo que replica Soledad
que ella no se planteaba esas cosas, mientras Carmen subraya el carácter metafísico de la novela. Por último, Lis lee algunas frases donde la autora
manifiesta en el personaje cierta personalidad que se ignora a sí misma.
Mónica imagina que de esta obra podrían
haber salido varios libros de poesía, y comenta que, dependiendo del momento en
que te pongas a leer, la narración te engancha o se hace imposible, pero que en
todo caso las imágenes que pueden captarse son muy potentes, y para ilustrarlo
lee un fragmento en el que la protagonista está en la bañera y habla de un agua
“ciega y sorda pero no muda”; también recuerda lo que se inventa al hilo del
alquiler de un piso, cuando recrea la historia de la mujer que la atiende
mediante la voz de ésta, lo que Mónica
ha relacionado con un texto de Tabucchi donde el escritor italiano habla
de la memoria auditiva, y de cómo a través de las voces nos hacemos una idea de
la personalidad y del estado de ánimo de los demás. Por su parte Jorge también lee la escena del robo de
un libro por la protagonista, cuando ésta anda de compras con su tía, y añade
que fue a partir de este punto cuando ya le fue imposible continuar la lectura.
Mónica insiste en que hace falta un espacio
y un momento muy concretos para leerlo, y Soledad
apostilla que es algo que precisamente ella no ha podido encontrar. Mónica concluye resaltando el cariz
poético del texto, a lo que Carmen
comenta que a Lispector le gusta mucho divagar, por lo que se mueve
mejor en la prosa; Lis añade que hay
una serie de relatos para niños escritos por la autora, en un intento por recuperar
parte de la tradición oral portuguesa.
Eugenio también cree que es un libro muy
denso y que resulta complicado mantener la atención durante la lectura, que se
hace lenta y pesada; pero está de acuerdo en que contiene pensamientos muy
elevados, que le parecen acordes con la edad de la autora porque en ese momento
se tienen las ideas muy claras y no hay experiencia que obligue a puntualizarlas;
así, lee un fragmento donde la narradora se inquieta por no poder expresar lo
que siente, y que cuando lo intenta, sus pensamientos se van modificando por
efecto de lo que dice al hablar. Señala que a su juicio la autora ha creado en
esta novela una historia para unir sus escritos juveniles, a lo que Mónica indica que es una especie de
diario, y Soledad lo relaciona con
el ensayo y comenta que puede ser considerado un libro de reflexiones; al hilo,
Carmen resalta los juegos en la voz
narradora, que pasa de tercera a primera persona y de un personaje a otro.
Soledad señala que es un libro rompedor y
muy exigente, y que hay que encontrar el momento de ponerse con él; recuerda la
insistencia con que ella afrontó la lectura de Cien años de soledad, que finalmente pudo disfrutar, y ante lo que Mónica le recomienda que lea Pedro Páramo. Soledad lee un fragmento donde se produce uno de esos cambios de persona
en la narradora, cuando no se sabe exactamente quién narra, ni de dónde sale la
voz, a lo que Carmen indica que ésta
es la época del monólogo interior, y que el estilo es acorde con lo que estaba
en boga. A continuación, Lis comenta
que ella ha escuchado la lectura de un párrafo en el idioma original, y es muy
musical. Por último, Soledad
recuerda la escena en que la protagonista pregunta a la profesora durante una clase,
qué es lo que una consigue cuando alcanza la felicidad, ante lo cual Jorge señala que después de leer ese
pasaje, se animó a reintentarlo.
Finalmente,
elegimos la próxima lectura, en sorteo al azar entre varios títulos,
- El
amante lesbiano / José Luis Sampedro,
- Relatos de Alice Munro,
- Industrias
y andanzas de Alfanhui / Sánchez Ferlosio,
- Cien
años de soledad / García Márquez,
- El
amante de lady Chatterley / D. H. Lawrence,
- La
señora Dalloway / Virginia Woolf, y
- El
secreto / Donna Tartt;
para el día 5 DE OCTUBRE
en la casa de Jorge (siempre y cuando siga
sin alquilarla);
y la mano
inocente de Pedro extrae del
sombrero:
EL AMANTE LESBIANO / JOSÉ LUIS SAMPEDRO.