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martes, 5 de agosto de 2014

"LEONORA" DE ELENA PONIATOWSKA


















Primera Sesión de La Tertulia Roceña
sobre la lectura de Leonora / Elena Poniatowska
San Lorenzo de El Escorial, 15 de junio de 2014

Reunidxs: Marta, Francisco, Sandra, Olga, Mónica, Ruth, Carmen, Asun, Jorge, Paul, Fernando, Eugenio, Concha y Lis.

Marta abre la sesión comentando que, además del libro de Poniatowska, ha leído a la propia protagonista, Leonora Carrington, quien dejó testimonio de su paso por el psiquiátrico de Santander en Memorias de abajo, relato que a Marta le ha resultado muy similar al que se incluye en esta biografía novelada que vamos a comentar, y cuyo episodio le parece a Carmen lo mejor del libro. Acerca de éste, indica Marta que da la impresión de estar compuesto a ráfagas, que sigue un argumento lineal pero se producen saltos donde no hay transiciones, ni descriptivas ni narrativas, peculiaridad que a ella no le ha gustado porque prefiere una forma novelada más clásica. Por otro lado, señala que acerca de la pintora no aporta nada especial, al margen de determinados datos que, añade Carmen, pueden encontrarse en Internet.

Francisco discrepa de Marta, y argumenta que la autora hay utilizado para este libro un estilo periodístico; está de acuerdo en que da saltos en su narración, y que falta relleno entre acontecimientos, pero es algo que personalmente él no ha echado en falta. Recuerda que es una biografía novelada de quinientas páginas, y que sólo caben esbozos de lo que es toda una vida, aunque reconoce que en algunos pasajes también a él le hubiera gustado que la autora se recreara, pero entiende que son muchos los personajes que atraviesan la novela, a lo que Jorge sostiene que Leonora nos ofrece un panorama general, y que si quieres más información debes buscarla por tu cuenta. En este sentido, Lis indica que durante la estancia de Leonora en Portugal, pendiente de su viaje a México, se desarrolla una parte decisiva de la novela, a lo que Carmen añade que Poniatowska desarrolla aquellos momentos sobre los que dispone de datos, y considera que ha acertado con las pinceladas surrealistas y con aquellas escenas que se refieren a su infancia y al ingreso en el hospital psiquiátrico, momentos de su existencia acerca de los cuales escribió la propia Leonora. Mónica puntualiza que la autora conoció en vida a la protagonista de su libro, ya que es mexicana, a lo que Eugenio agrega que a su juicio es la joven admiradora que aparece al final de la novela, conclusión de la obra que a Jorge le ha parecido apoteósica y del todo surrealista. Sobre las escenas de corte surrealista, Ruth comenta que a ella le decepcionan, Sandra añade que no terminas de conocer a los muchos personajes que aparecen, ni siquiera a la misma protagonista, y Carmen concluye que se estanca en los detalles más excéntricos, ante lo que Lis se pregunta si Poniatowska no ha hecho un buen retrato de Leonora Carrington. A continuación, Mónica lee un fragmento (páginas 70-71 de la edición de Seix Barral en «Biblioteca breve») donde se enumeran los fenómenos que acontecerán en la civilización gracias a la Revolución surrealista.

Sandra opina que la prosa es demasiado vivaz, y a ella le ponía nerviosa tanta velocidad; dice que no le han calado los personajes, que en todo momento afloran los egos pero terminamos sin conocer realmente a los personajes, a lo que Lis indica que ella sí ha podido meterse en la cabeza de la protagonista; sin embargo, cree Carmen que esta novela no está narrada con imaginación, a lo que replica Jorge que podría considerarse un guión. Mónica sí piensa que Poniatowska nos permite ver la interioridad de la protagonista, por ejemplo a través de su obsesión equina, a lo que replica Eugenio que eso sucede al principio, pero después se pierde y sólo hay breves menciones. Entonces Fernando se pregunta qué significa eso de “ser una yegua”, a lo que Lis responde que es la necesidad de libertad que siente Leonora, desde que es una niña; Carmen opone a ello la posibilidad de que disfruta la protagonista para ser libre gracias al dinero que tiene su familia, y Jorge indica que es buena cosa ser artista con esas condiciones, a lo que Lis recuerda la búsqueda desesperada de mecenas que emprende todo el grupo al inicio de la Segunda Guerra Mundial y Ruth subraya el elitismo que se respira en el ambiente, que sin embargo termina entrando en decadencia, a lo que Jorge comenta que las vanguardias tienen siempre fecha de caducidad y Francis indica que, como organismo vivo que son, tienden a anquilosarse con el paso del tiempo. Entonces se cuestiona Carmen la aceptación entre los presentes de la obra pictórica de Leonora Carrington, a lo que Jorge responde que a él no le ha gustado y Marta señala las similitudes con la obra de Dalí, respondiendo Jorge que a él le ha recordado más bien a El Bosco; Fernando pregunta si la edición que hemos leído tiene ilustraciones de los cuadros de Leonora, y Lis evoca las figuras de Frida Kalho y Diego Rivera, que aparecen en el libro y cuyas obras son más populares. A propósito, Marta resalta la figura de Poniatowska como persona implicada en la sociedad mexicana, a lo que Francis recuerda la matanza de Tlatelolco y Eugenio señala que se nota que el asunto la tocaba personalmente, como ocurre en la novela cuando se ven implicados los dos hijos de la protagonista. Al hilo indica Lis que durante la estancia de Leonora en Portugal, pendiente de su viaje a México, también se desarrolla una parte decisiva de la novela.

Mónica destaca la representación que hace la autora de la mentalidad de una niña nacida en el seno de una familia aristocrática, y cuya libertad personal es menor que la que disfrutan sus hermanos por ser varones; Eugenio corrobora que esta parte de la novela es muy sugerente, pero considera que, desligada del resto de la novela, formaría una muy buena historia, que sin embargo queda apenas esbozada. También destaca Mónica la relación de la niña Leonora con su niñera Nanny y con sus profesores, a lo que Jorge añade que, como clase acomodada, sus padres buscaban sustitutos de sí mismos en la relación con sus hijos, que se convierte en algo inexistente en la práctica; Mónica comenta que al pertenecer a una élite no eres persona mientras seas menor de edad, y que sólo comienzan a tener en cuenta a la protagonista cuando se celebra su puesta de largo, a propósito de lo cual Francisco añade que incluso la madre no puede acceder a ella con plena libertad hasta que muere el padre, y sólo en ese momento puede liberarse de la carga que le impone la posición social; Carmen indica que quizás la madre esté más definida en el libro que la propia protagonista, y Lis recuerda que tenía horarios para ver a sus hijos, Paul advierte que lo importante en la organización familiar es que a los hijos se les oiga lo menos posible y Carmen apostilla que en determinadas épocas, cuando no se podía asegurar la supervivencia de los hijos hasta sus cinco o seis años de edad, era común evitar cualquier apego. Al hilo Lis indica que hasta mediados del siglo XVIII, con el Emilio de Rousseau, no se tiene en consideración la infancia para la elaboración de teorías pedagógicas; entonces Fer pregunta si no hay algún aspecto de la vida sexual de la protagonista que sobresalga, a lo que Lis responde que es superactiva, Sandra enumera sus múltiples amantes y Marta revela que la foto de la cubierta de la edición que manejamos, en la que Leonora posa con Ernst y otro hombre, está retocada con el famoso editor de imagen que ha eliminado a un tercero, cuya identidad desconocemos.

Ruth comenta que la forma en que está concebido el libro impide a la autora centrarse en los personajes, que carecen de profundidad y apenas han comenzado a aparecer cuando ya se están yendo; en su opinión, la narración avanza demasiado rápido, y si bien algunas partes le han gustado, no se sintió atraída por los retazos de surrealismo. Jorge pregunta entonces si hemos considerado a Leonora una mujer independiente, a lo que Eugenio responde que la parte en que estalla la Segunda Guerra Mundial demuestra su completa dependencia y Mónica replica que se marchó de casa con veinte años; Carmen indica que sólo disfruta de libertad sexual, pues el resto son para ella esclavitudes, es demasiado obsesiva para tomar decisiones y no hay un equilibrio en su personalidad que le permita ser libre; Lis resalta que romper con las circunstancia era su deseo permanente, y que en ese sentido era interiormente autónoma. Jorge indica entonces la gran diferencia entre los viajes emprendidos por la protagonista con Renato y los que hace con Chiki, a lo que Paul reclama el derecho de cualquier artista a viajar en primera clase, observación a la que Jorge responde que es un derecho que tiene cualquier persona y Francisco inquiere si no se trata ése de un derecho del artista «a pesar de» ser artista. Carmen resalta la búsqueda de reconocimiento del grupo de artistas donde se integra Leonora, y Lis recuerda que el fotógrafo Chiki queda anulado en ese entorno; para Francisco, la experiencia durante la Primera Guerra Mundial marcó a todos los que la vivieron, que conocieron un gran horror en Europa y no estaban dispuestos a volver a experimentarlo, a lo que Ruth subraya que esa angustia no la transmite la prosa de Poniatowska, y Lis evoca la mención a la estancia de Max en un campo de concentración al comienzo de la ocupación nazi de Francia. Sobre el delicado asunto del dinero, Francisco subraya su importancia pero destaca que el talento debe existir para que el dinero dé sus frutos, a lo que añade Fernando que siempre estará presente la pasta, y nos entregamos todxs a un debate sobre el binomio dinero-éxito, donde salen a relucir las estrategias de nueva novela de Dan Brown y todo el mecanismo de producción y protección de una traducción a publicarse casi simultánea con la edición original. Mónica retorna a su lectura para confesar que la pintura ha sido para ella una desconocida hasta que abrió el libro, y cuenta que buscando en Internet imágenes que se la aproximaran, en los primeros resultados de la búsqueda era inevitable la presencia de Ernst, lo que no ocurría si el término buscado era el nombre del artista alemán; Marta deplora entonces el papel marginal que continúa representando la mujer en el mundo del arte, y en concreto en la literatura, y lamenta que ella misma lea a más autores que autoras, a lo que Mónica advierte que hay una amplia laguna en cuanto a traducción de obras perdurables escritas por mujeres, y subraya la práctica ignorancia que de figuras como Mary Wollstonecraft, Aphra Behn o Christine de Pisan, pervive en nuestro acervo cultural, a lo que Carmen añade que no hay constancia en los manuales, pero Jorge afirma que este desconocimiento se produce en los clásicos, pues en literatura contemporánea se publica por igual y él mismo ha leído más autoras que autores, y pone como ejemplo a Lucía Etxebarría, despertando varias observaciones; por su parte Eugenio recuerda que se sigue usando a bombo y platillo el término “literatura de mujeres” e incluso hasta el de “literatura para mujeres”, Sandra denuncia que se habla de una “literatura femenina” pero no de “literatura masculina” y Concha observa que es necesario aún más tiempo para consolidar la relevancia de la obra artística de muchas mujeres. Jorge insiste en que una parte de la culpa del machismo imperante la tienen las mujeres que no lo combaten, y Olga subraya que la imagen que una mujer tiene de sí misma ha sido inculcada por el sistema, que desde que es una niña la educa para determinada labor; Mónica advierte que en el artículo sobre Leonora Carrington de la Wikipedia se señala que fue amante de Max Ernst, pero en el artículo sobre éste no se ha suscrito el mismo dato, hecho que corrobora Ruth y nos lleva a debate sobre la sociedad patriarcal y el ejercicio de libertades que permite, durante el cual Carmen comenta que a la luz de los hechos narrados en el libro, los surrealistas no disfrutaban de tanta libertad como se nos ha dado a entender.
Carmen tenía mucho interés en conocer a la protagonista, pero lo iba perdiendo a medida que avanzaba la lectura (Jorge señala que a él le ha ocurrido lo contrario); Leonora le ha parecido una mujer frágil y muy obsesiva, y de entre todos los aspectos subraya que lo mejor de la novela es la parte de Santander, donde recuerda que la pintora maltrata cruelmente a su querida Nanny. Insiste en que el personaje no resulta atractivo a través de la lectura, y eso que Poniatowska escribió este libro desde su admiración por la protagonista; Lis comenta entonces que durante su lectura ha experimentado momentos de cariño, pero también otros de rechazo, y se cuestiona Carmen ese cariño sentido hacia el personaje habiendo por medio una prosa con tal exceso de objetividad, a lo que Mónica indica que solemos obviar la obra cuando tratamos a un artista, ya que nos atrae más el detalle de su vida, y pone como ejemplo al poeta español Leopoldo María Panero, recientemente fallecido, cuya poesía debe ser valorada por encima de su peripecia existencial, y a propósito indica que quisiera poder ver la pintura de Ernst donde la virgen da un severo castigo al niño, que fue la que enamoró a Leonora Carrington, según el libro. Carmen señala que de los surrealistas, ella tiene preferencia por sus obras antes que por sus vidas, y Francisco inquiere que quizá el artista fue mala persona, pero eso no debe influir en la apreciación de su obra. Lis reclama la percepción de la protagonista como una niña grande, que no sabía manejarse sola y que, a pesar de su condición de artista, no era un espíritu libre, y Paul recuerda que el artista tiene sobre sus hombros una importante función social, que es la de la completa irresponsabilidad, ante lo que Jorge amenaza con convertirse él mismo en un artista “politraumático”. Por último recuerda Carmen los artículos de Poniatowska como parte fundamental de su producción, y recuerda que existe en México, dentro del mundo intelectual, una división clara entre detractores y admiradores de la autora, por lo que comenta Marta que Poniatowska no deja a nadie indiferente.

A Asun le ha gustado, porque no le resultó difícil de leer y porque no se había creado ninguna expectativa previa que pudiera decepcionarla, pero tampoco le ha parecido un libro maravilloso. Acerca de la protagonista, considera que fue una mujer muy dependiente y que a su juicio no es un modelo a seguir.

Jorge está de acuerdo con Asun y destaca que es un libro fácil de leer y que se leería otro de Poniatowska, a lo que Concha responde pasándole uno que ha traído.

Paul confiesa que lo ha leído a saltos, y que habla de temas interesantes para su gusto, especialmente la experiencia de la protagonista en el manicomio de Santander. También destaca que sea una novela escrita desde la perspectiva de una artista.

Eugenio compara la conversión de la protagonista tras la experiencia en Santander con la que sufrió Oscar Wilde tras su estancia en la cárcel, y que describe en De profundis; indica que tras este trauma, la narración no varía sustancialmente, y casi olvidamos que ha padecido aquello, de no ser porque se comenta esporádicamente, pero a su juicio de un modo un tanto superficial. Insiste a continuación Carmen en que el libro no profundiza el lado existencial, aunque Lis considera que sí, al menos por fragmentos; Ruth también piensa que falta profundidad, y para corroborarlo compara el libro con El hombre que amaba a los perros de Leonardo Padura sobre la vida de Trotski, que permite al lector introducirse realmente en el personaje. Eugenio añade que la obra es demasiado ambiciosa y Poniatowska ha querido abarca mucho, a lo que Ruth replica que Padura también, y Marta recuerda que esta biografía novelada sobre el político ruso se extiende desde la Guerra Civil hasta los años ochenta. Carmen destaca que la autora te saca de momentos culminantes que deberían extenderse y contener mayor intensidad, para regresar al maremágnum de datos, a lo que Marta indica que en las Memorias de abajo, Leonora sí transmite esa intensidad de su experiencia; entonces pregunta Paul si hubo algún diagnóstico acerca de la enfermedad mental de la protagonista, y Jorge responde que sólo queda claro el tratamiento con Cardiazol, y Marta dice que transmite esa sensación de dejar de ser persona. Carmen recuerda que al final del libro hay una amplia bibliografía, y Eugenio concluye insistiendo en que no ve una unidad interna en la novela, a lo que Jorge subraya que a él le ha gustado por eso, porque prefiere la mezcla.

Concha ha leído un poco del libro y le está gustando; asegura que para sus exigencias profundiza lo suficiente, e indica que se hace muy amena la parte en que se narran los viajes de la protagonista con su madre. Destaca que la niña Leonora quería ser yegua, y también todas las referencias que se hacen al arte y a los cuadros que ella contempla en los museos que visita; se siente identificada y le parece ideal la extensión breve de los capítulos. Concha confirma que desea leer todo el libro hasta terminarlo, a lo que Carmen comenta que si desde el principio de la lectura le está gustando, seguro que la lectura completa será satisfactoria para ella. Finalmente, Concha destaca que el hecho de haber tenido dinero puede haber beneficiado a la protagonista para desenvolverse según su voluntad, en la medida de lo posible, pero que es algo que sucede en cualquier profesión, para cuya dedicación puede siempre ser determinante, de igual modo, conocer a personas influyentes.

Lis comenta que a ella también le ha gustado el libro, y que en efecto ha sido desde el comienzo de su lectura. Indica que antes no sabía nada acerca de Leonora Carrington, y le han llamado especialmente la atención los sueños, aunque reconoce que la protagonista es demasiado egocéntrica. Sin embargo indica que no le ha terminado de agradar la forma en que está escrito, aunque asegura que deberíamos leer algo más de Poniatowska para no encasillarla por esta composición. Por otro lado, Lis se apunta a ser una bohemia rica, y recuerda que la pintora vendió muchos cuadros durante su madurez, a lo que añade Carmen que fue gracias a Edward James. Concha subraya que el surrealismo nos afecta a todos, ya que se trata de una interpretación onírica de la realidad y todos soñamos; pero añade que eso mismo hace complicada, sobre todo en literatura, la identificación de la obra con quienes la valoran o disfrutan, ya que normalmente se trata de los traumas e historias muy particulares de lxs autorxs. Paul apostilla que las obras son las neurosis de quien las crea, y que cuanto más intensa es la vida interior, más compleja se hace la vida social.

Por último hemos elegido el próximo título a leer por los miembros de la Tertulia, y entre
-        Cerca del corazón salvaje / Clarice Lispector,
-        El amante lesbiano / José Luis Sampedro,
-        un título sin elegir de Alice Munro,
-        El volumen de la ausencia / Mercedes Salisachs,
-        La novela de mi vida / Leonardo Padura,
-        Nada / Carmen Laforet, y
-        La señora Dalloway / Virginia Woolf;
ha salido por sorteo Cerca del corazón salvaje, de la brasileña Clarice Lispector.
Quedamos convocadxs para el próximo 3 de agosto.

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